
¿Qué es el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor es un patrón psicológico en el que una persona no se siente merecedora de sus logros, aunque existan pruebas claras de su competencia o éxito.
Un artículo publicado el 2011 en el International Journal of Behavioral Science, anuncia que se estima que el 70 % de las personas en todo el mundo experimentará al menos un episodio de este síndrome en algún momento de su vida.
Quien lo padece vive con la sensación de ser un fraude y teme que, tarde o temprano, los demás “descubran” que no es tan capaz como parece.
La persona que sufre este síndrome siente constantemente el miedo de no estar a la altura.
¿A la altura de quién? ¿A la altura de qué? Os preguntaréis… ¡No importa! Da igual lo que hagan, lo que consigan o el reto objetivamente valioso que hayan podido alcanzar que nunca podrán sentirlo como una victoria, un buen momento o un motivo de orgullo lo cual les genera un sentido de abatimiento y sufrimiento que siempre les persigue.
No se trata de falta de logros, sino de una dificultad para internalizarlos: la persona puede tener un alto rendimiento académico, profesional o creativo, pero siente que todo se debe a la suerte, al esfuerzo excesivo o a haber engañado a los demás.
A efectos prácticos, las personas que padecen este síndrome computan sus éxitos con valor 0 y los fracasos con valor 10 lo que siempre les deja en una situación de pérdida, imposible de sentirse ganadores, valiosos o merecedores. Con estas proporciones, además, es muy difícil tener una sensación satisfactoria y siempre se quedan con un regusto amargo porque siempre podría haber salido mejor.

Las expectativas propias y de los demás siempre se sitúan en un listón imposible de llegar. Más se intenta, más no se está a la altura, como un pez que se muerde la cola.
Al mismo tiempo, los estándares y exigencias que impone la sociedad y el contexto en el que vivimos se ven amplificados por la presencia de las redes sociales que aumentan la necesidad de aparentar cosas y personas que no somos para conseguir lo que a los otros les gustaría que fuéramos.
¿Cómo se origina el síndrome del impostor?
El origen suele ser multifactorial: una mezcla de factores personales, familiares y sociales.
- 1. Exigencia y perfeccionismo
Haber crecido en entornos donde el valor personal dependía del rendimiento (“solo valgo si hago todo perfecto”).
Las personas con alto nivel de autoexigencia tienden a sentirse insuficientes, aunque logren mucho.
- 2. Comparación constante
Ya sea en un entorno laboral, familiar o social; siempre que nos medimos con una referencia externa entramos en esta comparación no siempre justa con los demás que no contempla toda la persona en sus diferentes dimensiones. En la era digital, nuevamente, las redes sociales aumentan esta comparación con los demás, generando la sensación de no estar a la altura, de no ser suficiente y una falsa sensación de falta de valor.
- 3. Miedo al fracaso o al juicio
Existe un temor exagerado a decepcionar a otros o a perder el reconocimiento alcanzado. Esto hace que cada logro se viva con ansiedad, no con satisfacción y con miedo a que sea visto como una farsa.
- 4. Mensajes familiares o culturales
Crianzas donde el amor o la valoración estaban ligados al éxito o la obediencia o entornos donde se desalentaba el orgullo propio (“no presumas”, “no te creas tanto”) pueden favorecer la aparición de este Síndrome.
Es curioso que este síndrome aparece muy frecuentemente con el reconocimiento, la fama o las exposiciones en público como cantantes o actores donde la presión para alcanzar las expectativas de los demás aumentan y suele ser un motivo para entrar en crisis y acudir en la consulta. Paradójicamente, cuanto más alcanzan sus expectativas de éxito más empeora el síndrome.
¿Cómo se trata el síndrome del impostor?
El tratamiento depende del enfoque terapéutico, pero la mayoría de las corrientes coinciden en dos metas principales:
- Cambiar la percepción de uno mismo.
- Romper los patrones de pensamiento y comportamiento que alimentan la inseguridad.
Es importante trabajar para identificar y cuestionar los pensamientos automáticos (“no soy lo suficientemente bueno”, “fue suerte”) que alimentan la percepción de falsedad. Igualmente, también resulta imprescindible trabajar con las sensaciones que acompañan estos pensamientos que hacen sentir a la persona falsa e inadecuada.
Para ello puede resultar útil acompañar el trabajo terapéutico con un registro objetivo de logros y evidencias reales de competencia al mismo tiempo que se fomenta la autoaceptación y autenticidad, ayudando a la persona a reconectar con su valor más allá del rendimiento.
Se trata también de trabajar para reducir la autocrítica y aumentar la compasión hacia uno mismo.
En el proceso terapéutico se analiza también cómo la persona mantiene el problema (por ejemplo, evitar elogios o sobreprepararse) y se proponen intervenciones prácticas para romper ese círculo, como exponerse al reconocimiento o aceptar errores de una forma más integrada.

Ejemplos de tips para mejorar el síndrome del impostor
- Reconoce tus logros por escrito.
- Lleva un registro de metas alcanzadas, felicitaciones, proyectos completados o habilidades desarrolladas. Verlo de forma concreta ayuda a reforzar la autoeficacia.
- Acepta el elogio sin justificarte.
- Si alguien te felicita, evita frases como “no fue para tanto” o “tuve suerte”. Simplemente di “gracias”.
- Permítete no saberlo todo.
- La competencia no significa perfección. Aceptar que siempre estamos aprendiendo reduce la presión interna.
- Comparte tus inseguridades con alguien de confianza.
- Hablar sobre ello ayuda a darte cuenta de que no estás solo y que sentir inseguridad no te hace menos capaz.
- Reformula tus pensamientos.
- Cambia “no soy suficiente” por “estoy en proceso de mejorar”; “me equivoqué” por “aprendí algo nuevo”.
- Deja de sobreprepararte.
- A veces, el miedo al error lleva a invertir horas extra innecesarias. Aprende a confiar en tu preparación.
- Practica la autocompasión.
- Trátate con la misma amabilidad con la que tratarías a un amigo que duda de sí mismo.
Conclusión
El síndrome del impostor no desaparece al lograr más cosas, sino al redefinir la relación con uno mismo.
Superarlo implica reconocer que la valía personal no depende solo del éxito, sino de la autenticidad, el aprendizaje y la capacidad de aceptar tanto los aciertos como los errores.
“No eres un impostor. Eres una persona en crecimiento que todavía está aprendiendo a reconocer su propio valor.”
Si tú o alguien de tu entorno necesita ayuda no dudes en contactarnos.
En nuestro Centro de Psicología encontraréis psicólogos expertos que os podrán acompañar en la superación de este síndrome.
Tlf.: 640 85 88 32