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¿Necesito un psicólogo?

Cualquier momento es bueno para cuidarnos a nosotros mismos en un plan más psicológico. Del mismo modo que hacemos ejercicio físico, disfrutamos de momentos de ocio, dedicamos tiempo a nuestra estética o cuidamos la alimentación, sería bueno dedicar tiempo para revisar de dónde venimos, cómo estamos o hacia dónde vamos.

Al margen de lo que sería ideal, la realidad es que acostumbramos a buscar un espacio psicoterapéutico cuando sentimos malestar, ya sea por el que llevamos de tiempo atrás o por situaciones o circunstancias que no acabamos de poder gestionar en la actualidad. En lugar de esperar a que empeore el grado de malestar, o que las dificultades se resuelvan por sí solas, es conveniente ir a ver un profesional.

Si ante un mal momento, o de una crisis del tipo que sea, nos damos cuenta de que no tenemos herramientas para afrontar las dificultades, o las herramientas que tenemos ya no nos funcionan, puede ser un buen momento para ir a terapia.

¿Podrá ayudarme?

Sí. El psicólogo es una profesional de la escucha y la ayuda que acompaña en la promoción del cambio a través de tus propios recursos. Tener al lado un profesional cualificado, que ha recibido una formación universitaria reglada en Psicología y está entrenado para acompañar procesos, nos ayudará a mejorar nuestro nivel de bienestar.

¿Qué profesional escojo?

Más allá de aspectos académicos, tales como una titulación universitaria oficial en Psicología, y de orientaciones o conocimientos específicos que enmarcan el trabajo profesional, hay aspectos interpersonales que son decisivos para el buen éxito de la terapia.

A la hora de elegir el profesional, es imprescindible valorar el tipo de relación que se puede establecer entre este terapeuta y el paciente, puesto que el buen funcionamiento de este tándem es vital por el buen desarrollo de las sesiones.

La relación entre psicólogo y paciente se basa en aspectos como el respeto, la confianza, la escucha activa sin juicio, la empatía o la sinceridad, y por eso la elección del profesional tiene que ser de cara a poder establecer esta relación de confianza y proximidad que nos haga sentir con la comodidad suficiente para poder trabajar.

¿Quién tiene que ir a las sesiones?

En el caso de la terapia individual, es la persona que presenta la dificultad o el malestar quien tiene que asistir a las sesiones. No siempre esta persona es la impulsora de ir al psicólogo; una madre puede pedir visita por su hijo, una hija puede pedir visita por su padre, un amigo puede empujar para consultar…

En cualquier caso, la persona que siente el desconfort es la actora principal. Sin embargo, en paralelo, se puede dar el caso que se considere interesante y se acuerde entrevistar alguna persona próxima si se cree que puede mejorar la intervención.

En el caso de la terapia de pareja, son los dos miembros que se visitan de forma conjunta y, si se considera oportuno, se incluye alguna sesión individual para acompañar el proceso de cambio.

En el caso de la terapia familiar se trabaja, igualmente, de forma conjunta con todos los miembros de la familia y, según el caso, de forma individual con cada uno de los miembros que componen la unidad.

En consultas referentes a un niño, la casuística de cada caso marca si las sesiones incluyen las dos figuras parentales con el niño, se trabaja individualmente con el niño o se trabaja con la pareja.

¿Voy al psicólogo o al psiquiatra?

A pesar de que tanto psicólogo como psiquiatra pueden coincidir en un objetivo básico, que es mejorar la calidad de vida de las personas en el aspecto de salud mental y bienestar psicológico, ambos profesionales tienen distintas formaciones universitarias y utilizan caminos diferenciados para lograr el objetivo.

El psiquiatra es un médico especializado en trastornos mentales que hace un abordaje desde una vertiente fisiológica interviniendo médicamente o a través de fármacos para restablecer parte de la bioquímica cerebral.

El psicólogo interviene externamente para incidir en aspectos emocionales, cognitivos o de conducta, es decir, sin la prescripción de ningún tipo de medicamento.

Generalmente, son dos profesionales que pueden trabajar conjuntamente cuando el tipo de desorden mental o la gravedad de la situación así lo requieren.

¿Tengo que tomar medicación?

No. Desde el abordaje de la psicología no se prescribe ningún medicamento. No obstante, se puede creer pertinente hacer un trabajo conjunto con el psiquiatra y valorar si puede ser adecuado introducir algún fármaco en casos donde algún trastorno grave esté interfiriendo significativa y negativamente en la cotidianidad de la persona.

¿Cuánto duran las sesiones y el tratamiento?

En líneas generales, una sesión tiene una duración de entre cincuenta minutos y una hora. Y el número necesario de sesiones para abordar un problema varía en relación con muchas variables, tales como las características de cada persona, sus recursos, la facilidad para lograr cambios, la motivación en el proceso, la complejidad del tema a tratar…

Todo esto condiciona la duración del tratamiento, que puede ir de las ocho sesiones a una cifra más numerosa de encuentros, según el caso.

¿Qué frecuencia tienen las sesiones?

Las primeras sesiones se procura que no sean muy espaciadas en el tiempo para consolidar una buena alianza terapéutica y para neutralizar el más rápido posible el nivel de malestar.

En un segundo momento, las sesiones se pueden espaciar quincenal, mensualmente o de manera puntual, dependiendo del estado del proceso con que nos encontramos. La continuidad de las sesiones es una cuestión que se puede pactar y acordar entre terapeuta y paciente.

¿De qué hablamos?

El espacio terapéutico no es un monólogo; es un diálogo entre psicólogo y cliente, centrado en el conocimiento y la reflexión para promover el cambio, y por eso se habla de la situación actual de la persona y se enmarca en su contexto vital, abordando pasado, presente y futuro, según el caso.

¿Lo que hablamos es confidencial?

Todo el contenido de las sesiones es absolutamente confidencial. El Código Deontológico de los psicólogos que regula la profesión contempla, de forma explícita, la preservación de la confidencialidad entre paciente y terapeuta.

Más allá de este código, además, la información tratada entre ambos está sujeta por un derecho y un deber de secreto profesional que solo puede eximirse con consentimiento expreso del usuario o por supuestos legales.

¿Pueden cambiar las personas?

Todos estamos sujetos a cambios; los cambios nos acompañan a lo largo de nuestra vida y en cualquier de las etapas por las cuales pasamos; cambios en el aspecto físico, cambios en el aspecto personal, en la manera de pensar o en la manera de actuar, cambios de trabajo, cambios buscados y deseados, cambios repentinos y abruptos, cambios de grandes dimensiones o cambios imperceptibles… la vida es cambio constante.

Las personas, pues, tienen un base que las conforma y define y sobre esta se pueden producir modificaciones y cambios inherentes al propio desarrollo.

¿Es caro ir a un espacio terapéutico?

El concepto caro es muy relativo y subjetivo, y se define en función de los beneficios que se obtienen del gasto. Invertir en la propia salud y el bienestar personal no es caro y acaba siendo una inversión con un beneficio que supera con creces el coste ocasionado.

La visita con un psicólogo no resulta más cara que la visita con otros especialistas y el pago acaba siendo una parte importante del tratamiento en cuanto que reconoce el trabajo de un profesional, define el tipo de relación que se establece entre este y el cliente y otorga el derecho del paciente a exigir un trato profesional.

La tarifa se acostumbra a ajustar al tipo de terapia y varía en función de si es una terapia individual, de pareja, grupal, familiar… de forma que no hay una única tarifa.

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